Joan Mir es el nuevo campeón del mundo de MotoGP. Lo cerró a la primera en el Gran Premio de la Comunidad Valenciana. Justo triunfador del año más raro. Morbidelli ganó la carrera, pero su séptimo le valió.
Joan Mir no iba para piloto de motos. Otros niños casi están obligados por la presión de sus progenitores, pero el balear vivió su infancia de otra manera. Su padre, también Joan, tiene una tienda de monopatines y patines en Palma, Rollandroll, y sus recursos son limitados. Como su pericia con las motos. El chaval disfrutaba haciendo el loco con estos cacharros. Le ayuda para el equilibrio.
El padrino de Joan, Guillermo, sí iba fuerte… pero con una moto de agua. Subió al chico en alguna de sus salidas y éste alucinó con la sensación de velocidad. Además, unos primos sí tenían afición al motociclismo. Así, Joan Perelló estaba en la escuela de Chicho Lorenzo, padre de Jorge, y llegó a correr en el Mundial de Moto3. Mir le acompañó a un entrenamiento. «Ahí se enganchó, le empezaron a gustar las motos», recordaba su padre a MARCA.
El mallorquín tenía 10 años, edad en la que muchos ya se han subido a todo tipo de minimotos y peleado con otras futuras promesas. Mir siguió el ejemplo de Perelló y se apuntó a la escuela de Chicho. Destacó en la Liga interescuelas y comenzó a ganar.
Así, saltó a la Cuna de Campeones Bankia. Todo gracias a becas. Mir padre tomó otra decisión insólita en el Mundial. «Vi que yo no podía llegar a más y contraté a un entrenador«, evocaba. Y fue Dani Vadillo, preparador de la Federación Balear de Motociclismo. Dani fue clave. Este andaluz le guió y le hizo mejorar su técnica. «Absorbía todo muy rápidamente», rememoraba el jerezano.
Con becas
Joan escaló a ritmo vertiginoso. Pasó por la Red Bull Rookies Cup, con lo que recibió ayudas económicas, y hasta fue subcampeón. En el FIM CEV se topó con Christian Lundberg, el peculiar jefe-ingeniero del equipo Leopard. Llegó al Mundial en Australia 2015 y dos años después cerró el círculo como campeón de Moto3 con 20 años. Luego, se fue profesionalizando, yéndose a vivir a Andorra, como los Espargaró, Rabat, Rins o Quartararo, y madurando a ritmo veloz.
Mir siempre ha tenido un referente, pero no otro mallorquín, como Jorge Lorenzo, sino Valentino Rossi. «Era mi ídolo, compartir pista con él es increíble», decía al llegar a MotoGP. Ahora, Joan ha logrado algo que ni el italiano consiguió: ser campeón de la clase reina en sólo su quinto año en el Mundial. Vale lo fue al sexto, como Marc Márquez, Casey Stoner, Kenny Roberts Jr o Mick Doohan. Lorenzo necesitó nueve.