El Barça estaba avisado: Liverpool, Roma, Turín, París… Este ridículo viene de atrás y es estructural. Y todos son culpables. El entrenador, los jugadores y la Directiva encabezada por Bartomeu son responsables de haber desatado la mayor crisis de la historia moderna del Barcelona. Desde Gaspart no se recordaba algo así.
El primer culpable es Quique Setién, porque no ha sabido ganarse a la plantilla. Sus métodos y sus planteamientos no han funcionado. No ha tenido un sistema definido y se ha visto desbordado por las circunstancias. Le ha venido grande el cargo. Es cierto que es el que menos tiempo llevaba y no es responsable del problema estructural de la plantilla. Pero no hay que olvidar que heredó un equipo líder en Liga, fue eliminado en Copa por el Athletic y recibió la mayor paliza en la historia europea del Barcelona. Y con Messi en su equipo.
Los jugadores también son culpables. Muchas veces han sido caprichosos, se han ido de viaje a destiempo, no han entrenado como debían, han estado más pendientes de aspectos extra deportivos… Y ha sido una plantilla mayor que ya no estaba en condiciones para competir en Europa al más alto nivel. Los cambios en la plantilla deben ser numerosos. Y algunos deben protagonizarlos las vacas sagradas.
Y culpable son también el presidente y la Directiva. No han sabido organizar la transición de un equipo que se iba desmoronando con el paso del tiempo. Sus fichajes no han ayudado a la transición de un equipo que necesitaba aire nuevo. La Directiva ha permitido que el equipo se haga viejo dentro del éxito. La imposibilidad para la reconstrucción del equipo viene determinada por los constantes cambios en la secretaría técnica.
Bartomeu ha ido cambiando prácticamente cada año la estructura deportiva: Soler, Robert Fernádez, Braida, Segura, Abidal…. Así no hay manera de crear un proyecto deportivo sólido. Además, desde la Directiva, básicamente el presidente, se han dado caprichos a los jugadores en forma de renovaciones millonarias.
La situación económica de la entidad, ya crítica antes de la pandemia, lastra el futuro del equipo. Y la Directiva no ha sabido generar un entorno tranquilo. Al revés, han añadido gasolina al fuego con el asunto de las redes sociales o la incapacidad para sacar adelante el Espai Barça. Y la oposición pidiendo elecciones. Todos estos factores se han conjuntado para crear la tormenta perfecta que se ha descargado en Lisboa.