Creo que a todos nos resulta muy complicado hacernos a la idea del adiós de Andrés Iniesta. Cuesta creer que un jugador, que todavía conserva tanto fútbol en sus botas, decida dejar el Barcelona para emprender una nueva aventura hacia un campeonato infinitamente menos competitivo, alejado del glamour y la categoría de la Liga española. Pero por otra parte tengo muy claro que Andrés se ha ganado el derecho a decidir el camino por el que debe transcurrir su última etapa profesional. Su profesionalidad le permite apostar por la opción que más le llene y resuelva, de forma absoluta, el futuro de toda su familia.
Con Andrés se va uno de los grandes referentes de la cantera, el jugador que aterriza con 13 años, abandonando su Fuentealbilla natal por las ilusionantes paredes de La Masía, templo y fábrica de futuros craks. Muchos esfuerzos familiares, horas de lágrimas y añoranza, dudas sobre si quedarse o retornar a la felicidad y la compañía de los amigos del pueblo. Pero la calidez humana, el trabajo y el esfuerzo continuaron tejiendo una mente privilegiada, con hambre de triunfo y ambición. Sin estridencias, ni tatuajes, sin pendientes, sin Ferraris ni exuberantes modelos. Con naturalidad, manteniendo la sencillez, la humildad y la sobriedad de una familia manchega, humilde y solidaria. En su día, su compañero Juan Román Riquelme, manifestó que “ Leo Messi es el mejor jugador. Pero Andrés es el que mejor juega y entiende el fútbol”. Mejor definición, casi imposible.
Jamás olvidaremos su fútbol. A veces vertical y directo. Otras, cuando convenía, de toque y paciencia. Su regate en corto, su prodigioso y único cambio de ritmo junto a la excelente visión de juego pasarán a engrosar la gran biblia del deporte. Hablamos, bajo mi punto de vista, del mejor jugador español de la historia. El héroe del minuto 116. La persona que en el momento culminante de su carrera, marcando el gran gol de nuestro primer mundial, aparcó el ego personal para volcar toda su emoción y cariño en el recuerdo de su íntimo Dani Jarque. No habrá otro como Andrés. Podrá llegar alguno mejor, cosa que dudo. Otros serán diferentes, más o menos atrevidos, con mayor o menor talento, con más o menos gol. Pero ninguno, absolutamente ninguno, como D. Andrés. Gracias, de todo corazón.