De Barcelona a Eindhoven
Las azulgrana empatan ante el Chelsea en el Camp Nou y se clasifican para su cuarta final de Champions
El Barcelona se clasificó para la final de la Champions League tras empatar con el Chelsea (1-1) en un Camp Nou que volvió a ser escenario de una fiesta del fútbol con 72.262 aficionados en sus gradas. Las azulgrana jugarán por cuarta vez por la corona continental, la tercera consecutiva, y con el objetivo de conseguir su segundo título. Aún habrá que esperar al lunes para definir su rival, pero el foco ya está en el PSV Stadion de Eindhiven y el 3 de junio marcado en el calendario.
El Chelsea saltó al verde más despierto y atrevido que un Barcelona al que le costó carburar. Lo hizo a base de toque, paciencia y calidad, un cóctel que desmontó la presión alta de las inglesas y le permitió firmar las primeras ocasiones del encuentro en las botas de Oshoala y Hansen, a quien llegaron a anular un gol correctamente por ayudarse de la mano en el control de un centro lateral. La movilidad de Mariona y Bonmatí, que ofreció otra masterclass, intentaron ser el contrapunto de un rival que se mostró mucho más intenso, ordenado y agresivo que en el partido de ida en Stamford Bridge.
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El Barcelona jugó mejor cuanto más se gustó. Paredes al borde del área, pases sin mirar, regates imposibles, algún caño de regalo… Sólo faltaba el gol. La primera parte se consumió sin tiros a puerta -de nueve intentos-. Vamos, imposible que el marcador se alterara.
Emoción hasta el final
El Chelsea dobló su apuesta de dormir el partido en el arranque de la segunda parte, hasta el punto de bordear la amonestación en un par de ocasiones. El karma hizo que tomara de su propia medicina. Un contragolpe perfectamente ejecutado por Bonmatí acabó con Hansen batiendo por bajo a Berger y estrenando el luminoso. La noruega, que ya marcó el camino a seguir en la ida, volvía a ser decisiva.
De la euforia se pasó nuevamente a la prudencia en apenas tres minutos después de que, en una jugada que nacía en una más que posible falta sobre Bonmatí en línea de tres cuartos, acabara en gol de Reiten aprovechando el rechace de un remate de Kerr bien despejado por Paños. El Chelsea sólo aceleró cuando, a falta de un cuarto de hora para el final, entraron en el verde Harder y James. Aunque más alarmas se encendieron en el conjunto local cuando Bonmatí tenía que abandonar por lesión el terreno de juego a siete minutos para el final. El Barcelona tiró entonces de oficio, experiencia y equipo para sellar el pasaporte hacia la gran final.