El City aplasta al campeón
Victoria indiscutible del equipo de Pep Guardiola, con doblete de Bernardo Silva, autogol de Militao y broche de Julián. Ni rastro del Madrid, que apenas compitió en una noche aciaga
No hubo pelea. El Manchester City de Pep Guardiola derrocó al Rey de Europa con todas las de la ley. Por fútbol, intensidad, orden y talento, goleando a un Real Madrid que no pudo ni competir. Inferior en el centro del campo, donde se deciden los partidos y los títulos, se mantuvo con un tanteador decente gracias a Courtois, que evitó tres goles de Haaland con paradas antológicas. Tal fue la superioridad global del City, que no necesitó ni los servicios de su artillero. Gobernó Rodri, desbordó Grealish, inventó De Bruyne y decidió Bernardo Silva, aunque fue un triunfo coral e incontestable. No salió nada en el Madrid, ni el plan de Ancelotti ni sus jugadores más fiables. Benzema, Modric, Valverde, Vinicius… Ni rastro del equipo que parecía guardar siempre una baza ganadora. Derrota dura que obliga a revisar el plan, del banquillo a su gran estrella. También a reconocer los méritos de un conjunto que ha llegado a la antesala de una final. Donde sólo llegan los mejores.
Parece escrito que este será el año del Manchester City. Ha ido conquistando, pulgada a pulgada, una temporada repleta de épica. Desde el fichaje de Haaland, victoria histórica en los despachos, a la remontada en Premier frente al Arsenal para desembocar en el enfrenamiento con el campeón de Europa. Tenía asumido Pep Guardiola que para conquistar la Champions tendría que destronar al Rey. Lo consiguió con toda justicia, siendo superior al conjunto blanco en el global de la eliminatoria, y se planta en Estambul como favorito para inaugurar una nueva sala en el museo del Etihad, la de las Orejonas. El City es un equipo de autor que juega un fútbol extraordinario, diverso, rico, capaz de someter a cualquiera y adaptarse a lo que demande cada partido. El dinero bien invertido por la gente correcta, la que sabe de fútbol, conduce al éxito, aunque aún quede el obstáculo del Inter. Parece poco rival para la máquina celeste.
Poco que reprochar al Real Madrid, a pesar de su manifiesta inferioridad ante el City, donde no asomó ninguna de sus virtudes de la última decada gloriosa. Esta vez claudica en la antesala de la final porque así tiene que ser. Porque es más normal no ganar la Champions que ganarla. Porque el resto mejoran cada año para intentar destronar al mejor. Honor para el equipo de las Cinco Copas, los Nacho, Carvajal, Kroos, Modric o Benzema. Muchos de ellos tendrán una ocasión más de igualar a Paco Gento. No por generosidad, sino por rendimiento. El camino de esta Champions ha sido notable, apartando con autoridad a Liverpool y Chelsea. El City, en cambio, no concedió nada a los blancos en su estadio, aprendiendo de sus últimas derrotas. El campeón, especialista en moverse al borde del precipicio, no encontró ni un cabo al que agarrarse. Se los retiró todos el equipo de Guardiola.
Se abre periodo de reflexión porque el plan del Madrid no sirvió. Desde el principio. Ancelotti apostó por su guardia personal, dejando a Rüdiger en la reserva. Arriesgado, tras el marcaje a Haaland de la ida. Regresó Militao al once. Los de París, con Rodrygo por Casemiro. El equipo que no había perdido en las eliminatorias de esta edición de Champions. Hasta ayer. El ambiente eléctrico del City of Manchester, desde el mosaico previo, alimentó la carga de los sky blues, aún más demoledora que la inicial del Bernabéu. Porque además de quedarse con la pelota y rematar desde lejos, buscó el juego de área chica.
Los milagros de Courtois no bastan
Desbordó Grealish, una y otra vez, hasta que cerró un centro que cabeceó Haaland, a bocajarro. Primer milagro de Courtois. Córner ensayado, devolución de Akanki al lado débil y cabezazo de Haaland, otra vez a bocajarro. Segundo milagro de Thibaut. No hubo un tercero. En banda derecha apareció Stones como extremo, retrasó a De Bruyne que leyó el desmarque de Bernardo y el portugués colocó junto al palo
El 1-0, justísimo, sacó al Madrid de la cueva. La superioridad evidente, táctica y numérica, en el centro del campo del City, de nuevo con Stones y Rodri liberando al resto, se difuminó ligeramente con las apariciones de Rodrygo entre líneas. Filtró un balón interesante a Vinicius que corrigió Walker, poderoso.
Encontró aire también Kroos, que dejó la única acción optimista del primer acto. Un derechazo lejano al larguero, punteado por Ederson. Preludio del segundo tanto local, en una llegada por derecha del City que el Madrid defendió por acumulación y, claro, perdió la segunda jugada. Sacó Militao el tiro de Gündogan y Bernardo cabeceó solo desde el punto de penalti.
Sin reacción tras el descanso
El descanso fue un alivio para un Madrid que recordó a tiempos remotos. A aquel de la Quinta que sucumbió en San Siro ante el Milan de Sacchi, por ejemplo, en un 5-0 que marcó a una generación entera de madridistas. Así de feo pintaba el partido, y aún así Ancelotti no hizo cambios. Cambió el decorado, con algo más de balón para el Madrid. Al menos, igualó en la medular, juntando líneas. Le dio para producir un golpe franco de Alaba, un golpeo exquisito abriendo el tobillo que hizo caer el balón, pero no sorprendió a Ederson, brillante.
El primer cambio de Ancelotti cambió el dibujo. Rüdiger por Modric. Camavnga al medio. En su primera acción, rebañó de la bota una contra a De Bruyne. El City cedió el balón, sin desordenarse ni en las salidas a la contra. Al Madrid no se le puede conceder ni un metro porque resucita. Ejemplar el City en su comprensión del partido. Se fue poco después Kroos por Asensio, pero la ocasión fue del City. Un taconazo de Gündogan dejó mano a mano a Haaland, pero Courtois le negó por tercera vez. Toque y al larguero. Benzema desaparecido, Vinicius impreciso, Rodrygo desconectado… Cayó el tercero, con un autogol de Militao al desviar un cabezazo de Akanji. Allí acabó la pelea y se consumó el relevo. El mejor es el City, capaz de aplastar al campeón. El rey ha muerto. Viva el rey.