El Espanyol ha cerrado este domingo en Valladolid una semana de las que duelen. Desde la llegada de Abelardo al banquillo periquito el equipo había mantenido una línea ascendente, pero ahora vive inmerso en la negatividad. La afición empieza a ver de cerca las orejas al lobo.
Los catalanes cayeron de forma clara y contundente el jueves en Europa, por 4-0. De hecho, ya están virtualmente eliminados. Los seguidores eran conscientes de que todos los esfuerzos estaban puestos en LaLiga, pero la forma cómo se produjo la derrota contra los Wolves dejó un sabor muy amargo. Este domingo en el Zorrilla, la plantilla debía dar un golpe encima de la mesa, pero ocurrió todo lo contrario.
El conjunto blanquiazul esperaba que el partido contra los de Sergio González fuese el punto de inflexión que les permitiese, por un lado, seguir vivos en la pelea y, por otro, meter un rival más en la lucha por la salvación. Pero el Espanyol, con la derrota, cierra la jornada a cinco de la permanencia cuando restan 13 encuentros para terminar la temporada.
Haciendo los números rápidos, los catalanes deberían ganar la mitad de los encuentros para salvarse. Apelan al efecto del RCDE Stadium, pero lo cierto es que como locales sólo han vencido contra el Mallorca. Además, la semana que viene reciben al Atlético.
Y por su fuera poco, los catalanes dejaron Zorrilla tras formular, en boca de Rufete, una queja formal por los arbitrajes. «Nos sentimos perjudicados», ha asegurado el Director de Fútbol Profesional. El Espanyol cierra una semana de las que duelen y de las que muestran una cruda y preocupante realidad.