La ‘Nicomanía’ hace volar a España

España vuela por las bandas. Con Lamine y Nico Williams , una pareja entre la ESO y el baile, todo es posible. Fue el antídoto para salir de una trampa fabricada por Georgia con gol en propia meta incluido. Al susto reaccionó con un festival sellado en una segunda mitad pletórica.

Antes de ese último baile, España remontó con otra sociedad, la formada por Rodri y Fabián, dos ingenieros que no se pelean con el gol. La Eurocopa demuestra que no hay mejor alianza que esta en el corazón del fútbol. Espera Alemania, un rival de los que aplasta con los libros de historia. España tendrá que mostrar más que la joyería ofensiva. Georgia también desnudó problemas a la hora de destruir.

Decía Sagnol que el 1-7 encajado en Georgia ante España había servido de lección. Tanto, que Georgia cambió de deporte en Colonia. El técnico francés preparó una sesión de balonmano. Convirtió el campo en una servilleta de la que tiró la mitad a la espera de que el rival se equivocara.

Y se equivocó con un bofetón de infortunio. En la primera vez que Georgia pasaba de mediocampo Kvaratskhelia, el pintor de su agrupación, abrió a la banda y el centro de Kakabadze lo desvió Le Normand con el vientre a la red.

Un partido de balonmano

Para superar partidos con esas alambradas hay obligación de no perder la paciencia. España la extravió, acusó el gancho y cayó en pecados de juventud y prisas durante un rato. En ese desbarajuste temporal, Kvaratskhelia, un santo en Nápoles, cogía la moto por la izquierda y amagaba con una trastada histórica.

Mientras su estrella volaba, Georgia parecía el inventor del cerrojo y además, como último hombre, disfrutaba de la araña verde, Mamardashvili, que oficiaba de demonio en los remates de los españoles. Morata se enfadaba con el planeta, un signo de que la cosa no iba bien.

El área georgiana era un congreso de articulaciones, un territorio para demostrar el arte de jugar en espacios cortos. España encontraba más autovías por la banda izquierda, con Cucurella y Nico Williams inspirados en una sociedad de las que da dividendos. En otra invasión cerca del frontón georgiano el extremo vio a Rodri en el borde del área y el pivote empaló raso con la izquierda, la pierna mala si es que se le puede llamar así a algo de lo que posee el pivotazo del City.

Con el gol España recobró la identidad antes de pasar por el toallero. La segunda parte comenzó con un suceso en cada acción. Kvaratskhelia, un pesado con las medias bajadas, intentó batir a Unai Simón desde el mediocampo. Si lo hace en el estadio Diego Armando Maradona cambian el callejero napolitano.

Un festival para acabar

La respuesta española fue contundente. Lamine Yamal tomó un balón en la derecha y lanzó una rosca hacia el interior del área para que Fabián Ruiz cabeceara en la guantera de Mamardashvili. Ese centro ya se ha visto cincuenta veces en un chaval de 16 años. El partido, una hora después, entraba en el plan previsto.

De la Fuente dio entrada a Dani Olmo por Pedri, al que se le vio con el intermitente puesto. Con las castañuelas sonando en Colonia era el momento de abrir la verbena del descaro. Lamine Yamal empezó a anudar las piernas de los georgianos. Sólo la tecnología impidió que una acción suya subiera al marcador.

Por la otra banda volaba Nico Williams, una tienda de fuegos artificiales cuando tiene yardas para jugar. Hizo un golazo para sentenciar el encuentro. Dani Olmo se sumó a la fiesta en una goleada que hace soñar a España, situada a tres pasos del paraíso.

Fuente Marca.com