En el Parque de los Príncipes, un santuario del fútbol francés, España recupera el trono olímpico 32 años después con un recital de Fermín y un doblete histórico de Camello en la prórroga
En el Parque de los Príncipes, santuario del fútbol francés, España ofreció un recital de oro y diamantes para recuperar 32 años después el trono olímpico en los juegos olímpicos de Paris 2024
El partido se llenó de los ingredientes para ser histórico: goles, revueltas, polémica y prórroga, ese tiempo extra donde los futbolistas salen con la vida cambiada. Eso le pasó a Camello, autor de un doblete formidable por el momento y el escenario. Nada puede eclipsar en esta otra joya de la nueva belle époque del fútbol español a Fermín, el escudo de esta selección en un verano que nunca se podrá olvidar.
La conquista de París sirve para dos homenajes. El primero, para los del 84, que en ese territorio derramaron lágrimas en la final de la Eurocopa. Va por Arconada, Camacho, Señor, Maceda y aquella tropa de elegidos. El segundo, para los monumentos de la noche mágica del 92 en el Camp Nou, héroes de oro encarnados por Kiko, Alfonso, Guardiola, Luis Enrique y un grupo que dejó huella.
Este tratado de épica no se puede entender sin la figura de Fermín, el general ‘De Gol’, quien sale de los Juegos en cohete. Igual que con De la Fuente, esta selección cuenta con eso que se llama perfil bajo en la figura de Santi Denia, que ya podrá lucir un medallón del tamaño del Louvre.
La exhibición de Fermín
El partido, un cacao de escuelas, no dejó minutos de desperdicio. Francia exhibió una potencia atómica. Ante esto había que oponer ingenio y toque. España necesitó un despliegue en todas las líneas y ganar dos veces el encuentro. Tenía el oro en el cuello cuando un penalti de los que se pitan diez de cada cien llevó la película a la prolongación. .
No habían pasado cien segundos cuando Fermín había sido atropellado dos veces. Francia sabía dónde estaba la diana. El mediapunta quedó con un mapa de moratones y ganas de tomarse la revancha.
En cada balón dividido Francia se disfrazaba de Tyson. En ese fútbol muscular, de homenaje al titanio, encontró un premio exagerado. Un disparo inocentón de Millot encontró la colaboración de Arnau Tenas, que perdió la brújula de la colocación. Los fantasmas de 1984 del Parque de los Príncipes estaban vivos.
España no encontraba el volante hasta que el balón llegó a Álex Baena para que conectara con Fermín, que encuentra en el área una fábrica de palomitas. El dúo de la Eurocopa silenció París con el empate. Todavía quedaba la fiesta de la espuma con los elefantes de colores por el campo.
En lo que pasó un susurro Miranda puso veneno cerca de Restes y Fermín, en su finca preferida, hacía el segundo. Con la Torre Eiffel atónita Álex Baena lanzó una falta a lo Platini, una irreverencia preciosa en el sitio ideal. La rosca se vio llegar a la portería desde la sede del COI. Era demasiado para el orgullo francés.
El momento de Camello
La respuesta gala fue un recital de palos, el recurso de la intimidación cuando no se posee fútbol. Olise, el portento que ha fichado el Bayern para crear pánico con Musiala, no encontraba socios. De Mateta, con cuerpo de disciplina grecorromana, se ocupaba Eric García, poderoso todo el torneo.
Con toda la segunda mitad por delante, Francia sacó lo mejor de sus botellas de oxígeno. Kone iba por todos los lados y España se abrigaba muy cerca de Arnau Tenas. Olise, un bailarín con el balón, daba sustos en las terrazas del área. Un gol francés revolucionó París y el penalti chivateado por el VAR fue letal. En la última jugada, Turrientes mandaba el balón al larguero. España encaraba la prórroga sin Álex Baena y Fermín.
Territorio para grandes, para no mirar el estadio, a España no le faltó personalidad para encarar otra media hora. Una prodigiosa combinación entre Bernabé y Camello la terminó el ariete con una picadita por encima de Restes. Con el partido hecho trizas otra vez Camello se escapó y remachó el doblete que ya entra en el álbum dorado de la selección. El fútbol habla español.