El mejor Barça se pasea en el Bernabéu
Exhibición coral del equipo de Xavi ante un Madrid frágil, incapaz de tener la pelota o recuperarla, cayendo con estrépito en propio estadio. Un líder por reconstruir
El Barcelona post Messi era esto. El equipo de Xavi, de Pedri, de Busquets, de Ferran o de Aubameyang cuajó un partidazo inmenso, descomponiendo a un Real Madrid que volaba desde su remontada ante el PSG. Todo salió mal en el equipo local, desnortado sin Benzema. Tiene mucho margen de puntos para perder el título, aunque en fútbol se han visto desplomes terribles. Tiene que viajar a campos complicados, desde Balaídos al Pizjuán o el Metropolitano. Queda tajo. Por cierto, lo único útil de una goleada histórica es que servirá para que vuelva a vestir de luto riguroso en su propio estadio.
El Barça encontró el paisaje perfecto de partido en la respuesta que ofreció el Madrid a la ausencia de Benzema. Ancelotti colocó a Modric de falso ariete, sin descomponer el 4-3-3, tal vez tratando de sacar de sitio a los centrales, y en la práctica perdió su mejor opción para sacar la pelota ante la presión prevista del Madrid. Así que después de un par de fogonazos en el arranque, con Vinicius encarando bien a Araujo y una gran mano de Ter Stegen para desviar un remate junto al palo de Valverde, el equipo culé fue dueño y señor del Clásico.
Como si estuviera Xavi sobre el campo, el Barça recordó a su versión no tan lejana. Ocupó los espacios, con Busquets de ancla y los interiores atacando los espacios, y comenzó a hurgar en las debilidades blancas. Primero explotó Ferran la espalda de Carvajal, superadísimo, coincidiendo con su vuelta a la selección. Las llamadas de Luis Enrique tienen efectos devastadores en el Madrid. El caso es que Ferran sirvió la primera, clarísima, a Aubameyang, que salvó Courtois, milagroso. El gabonés se pasó en una entrada muy dura a Kroos que Martínez Munuera dejó sin sanción, calentando al Bernabéu. Pero la trascendencia del delantero es evidente en el juego de pase culé. Cuando parecía que el gol podría llegar por la izquierda, Dembélé sacó punta a su habilidad con las dos piernas para arrancar y centrar, poniendo un caramelo que Auba coronó de cabeza, escurriéndose entre los dos centrales.
Es cierto que el Madrid pudo empatar, en medio del dominio culé. En un córner del Barça, robó Militao, sacó a Modric que sufrió el placaje de Pedri (se olvidó Munuera de la tarjeta), Valverde sirvió a Vinicius y en el mano a mano con Ter Stegen el brasileño se embolicó en el control. No hubo penalti, aunque lo reclamó la grada, y la respuesta fue demoledora. En un córner defendido en zona, Araujo escogió el pasillo entre centrales y cabeceó cómodo a la red. Game Over.
Desde ese segundo tanto, el Barcelona fue incontenible. Pudo marcar Auba antes del descanso, a servicio de cabeza de Alba.Y la corrección en el descanso de Ancelotti fue desastrosa. Metió a Camavinga y Mariano para cerrar con tres y en dos minutos se ganó la goleada. Primero perdonó Ferran un mano a mano comodísimo, sin nadie que le persiguiera. Después, en una pérdida de Alaba, Auba descargó de tacón y Ferran colocó en la escuadra. Tremendo. Asumiendo su error, el técnico italiano retrasó a Casemiro para poner un obstáculo más a las oleadas culés. Sirvió de poco, porque en un nuevo ataque levantó la bandera el asistente por supuesto fuera de juego de Ferran, la defensa madridista desatendió la jugada y Auba remató a gol. No pitó Martínez Munuera, y el VAR demostró que no había posición ilegal. «Queremos una manita», gritaba el sector culé del Bernabéu, entre el silencio de la grada por la goleada.
Pudo hacer más sangre el Barça. Seguro que fue lo que pidió Piqué en la piña del 0-4 a sus compañeros. Al menos le cupo el orgullo al Madrid de rehacerse y evitar que el Barça agrandara otro resultado histórico, conseguido con el enorme mérito de remontar desde un equipo destruido en la primera vuelta. Entraron Asensio y Lucas, y aunque Courtois tuvo que intervenir un par de veces con acierto, también Ter Stegen evitó algún remate de Alaba o Rodrygo. El Madrid deberá recomponerse desde el durísimo golpe recibido, de presente y de futuro. El Barça ya está de vuelta. Los blancos están de luto.