Benzema dirige el baile del Madrid

Goleada histórica del equipo blanco, con triplete de Benzema

Goleada histórica del equipo blanco, con triplete de Benzema  y uno de Vinicius, para sellar el pase a la final ante un Barcelona que se derrumba desde el 0-1

El Real Madrid regaló a sus aficionados un miércoles de pasión inolvidable. Como en aquellas finales de Mestalla, la del cabezazo de Cristiano o la cabalgada de Bale, el equipo blanco aplastó al Barcelona, esta vez en el mismísimo Camp Nou, aunte una afición culé que no esperaba semejante desenlace ni en sus peores pesadillas. Una goleada incontestable, que permite a Ancelotti devolver la afrenta a Xavi en su estadio. Un 0-4 en el coliseo azulgrana que no recuerdan los madridistas veteranos. El Madrid estará en la final de Sevilla tras un baño indiscutible.

Y eso que el Clásico copero no permitía adivinar semejante exhibición, con Benzema como estandarte de un equipo de época. El partido empezó con más nervio que arte, más transpiración que inspiración. Ancelotti sorprendió con el once. Contentó a una parte con la inclusión de Rodrygo como extremo derecho, pero sacrificó a Camavinga en el lateral zurdo y a Valverde en el pivote, junto a Kroos, con Modric como enganche. El alemán y el francés fueron lo más potable en los blancos durante un primer acto contemplativo, más dedicado a evitar disgustos que a igualar la eliminatoria. Perdía, y no se notó, aunque se fuera al descanso con ventaja. Fue producto de una contra que empezó en un paradón de Courtois a remate de Lewandowski, también la opción más clara de los azulgranas en ese primer tiempo, que despejó Valverde y Rodrygo convirtió en un tres contra tres.

El Barça dominó el encuentro como había ocurrido semanas antes en LaLiga. A pesar de las bajas, Xavi insistió con Gavi como falso extremo izquierdo y desde allí llegaron un buen puñado de cambios de orientación para Raphinha, el mejor atacante culé desde la lesión de Dembélé. Buscó la espalda de Camavinga, en esa acción que le ha dado varios goles esta temporada. Cabeceó a las manos de Courtois un buen centro e Balde, que aprovechó los primeros minutos de desajuste para buscar la profundidad. En una colada extraordinaria no encontró rematador en área pequeña.

La temperatura subió por donde todos esperaban. O sea, por Vinicius y Gavi. Ambos hicieron oposiciones a la tarjeta mucho antes de verla, a la vez, en un pique absurdo. Si nadie detecta que el calentón y el exceso de gestos es un problema, pues así les irá. El duelo estaba equilibrado, sin porterías, y no parecía que ninguno de los dos equipos estuviera incómodo con la igualada al descanso cuando ocurrió la jugada decisiva. Lewandowski no atraviesa su mejor momento pero es un delantero formidable, y lo demostró transformando un centro lateral sin mucho veneno en un remate de gol. Se dobló sobre el costado Courtois para sacar abajo el 0-1, acudieron los defensores con viveza para sacar, despejó Valverde, Rodrygo midió mejor el balón sin dueño y detonó una contra perfecta. Condujo Vini, abrió a Benzema a la derecha, el francés devolvió a Vini que amagó de primeras, remató, Koundé desvió al palo y la pelota entró, ayudada por Benzema. Pareció que el balón ya estaba dentro cuando la punteó Karim. Descanso.

El gol dio la vuelta al partido. De regreso de vestuarios, el Madrid se agigantó con la pelota y el Barça se esfumó. Cayó el segundo muy prontito gracias a la escapada de Modric, que recibió de Militao en banda derecha y se fue en vertical, amagando pases hasta encontrar el servicio perfecto. Ningún futbolista azulgrana hizo una falta táctica. Recibió Benzema, levantó la ceja y colocó junto al palo el 0-2, sin opción para Ter Stegen. Aturdido, el Barça se encogió y pagó el precio. Kessie, peleón hasta entonces, cometió un penalti absurdo al pisar a Vinicius. Lo vio clarísimo Martínez Munuera. Benzema transformó por la derecha, engañando a Ter Stegen.

Quedaba más de media hora, tiempo de sobra para recomponerse y buscar un gol que reviviera la eliminatoria. Xavi metió a Ansu Fati por Kessie, señalado, y durante unos minutos pareció reaccionar. Fue Raphinha quien capitalizó las llegadas. Remató alto en la más clara. Pero el bloque culé tenía demasiados desajustes para resistir. Es cierto que tenía muchas bajas, pero ya las tuvo en el Bernabéu y ofreció una imagen de equipo sólido y hecho del que no hubo noticias en la funesta noche de ayer. Marcos Alonso falló en una entrega y Modric no aprovechó. Tampoco rentabilizó Benzema un resbalón de Koundé que le dejó solo, pero ya a esas alturas estaba perdonando el Madrid la goleada.

Tampoco acertó Xavi en la corrección. Quitó a Raphinha, que se fue cabreado y con razón. También Marcos Alonso, señalado. Sus reemplazos no les mejoraron, mas bien lo contrario. Cada salida a la contra del Madrid desataba el pánico. Ter Stegen regaló una parada monstruosa al zurdazo de Asensio, sustituto de Rodrygo. Ya no pudo contener más. Salió Vinicius, buscó el medio para obligar a Koundé, Eric mordió el anzuelo y permitió que Benzema recibiera y completara un triplete memorable. Desde Puskas, ningún jugador blanco había marcado tres tantos en el Camp Nou. Menos mal que Karim no era goleador.

El memorable segundo tiempo del Real Madrid muestra que no era tanta la diferencia entre ambos equipos, la de los 12 puntos de LaLiga. Xavi tenía razón. Cuando hay que remontar, en modo agónico, el equipo blanco es irresistible. Está en la final de La Cartuja con todos los honores.

Fuente Marca.com