Diez momentazos inolvidables de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92
1. EL ENCENDIDO DE LA LLAMA OLÍMPICA
Fue uno de esos momentos mágicos que captó la atención del mundo. Fue un invento de Lluis Bassat, el famoso publicista, que entendió que había que crear un espectáculo que no sólo fuera atractivo para los espectadores del Estadio de Montjuic, sino que aquello debía captar la atención de todo el planeta a través de la televisión. Una flecha con el fuego olímpico que encendiera el pebetero en las alturas.
Después de un casting en el que comenzaron unos 200 tiradores, reducidos a dos los últimos días, Antonio Rebollo fue el escogido. La magia de la televisión ayudó al éxito y alimentó los chismes. «No la ha metido en el pebetero», fue la cantinela con el paso de los años. Rebollo no tenía esa misión, sólo tenía que volar la flecha cerca del pebetero. Un sistema de gas iba a hacer el resto. El arquero hizo exactamente lo que se le pidió y la llama olímpica despertó la admiración del planeta.
2. LA LLEGADA DEL BALONCESTO PROFESIONAL
Los Juegos de Barcelona fueron los de la llegada de la NBA a los Juegos. Anteriormente lo había hecho el fútbol (1984, aunque de forma gradual) y el tenis. La aparición de las mejores estrellas del baloncesto mundial fue un salto definitivo, la decisión que ha convertido hoy en día a este deporte en uno de los pilares de todo este tinglado.
Jordan, Bird, Johnson, Barkley y compañía formaron un equipo irrepetible que arrasó en todos los partidos. La guerra, además, había resquebrajado a Yugoslavia, la gran culpable del despertar del orgullo estadounidense porque dos años antes, a un equipo aún universitario, lo había apartado de la final del Mundial de 1990. No hubo un partido que no ganaran por menos de 30 puntos. En todos los encuentros pasaron de 100. No necesitaban siquiera entrenamientos. Jordan se dedicaba a jugar al golf entre partidos.
3. LA VICTORIA DE HASSIBA BOULMERKA
Entre todos los oros que repartió Barcelona 92, ninguno tuvo la singularidad del que logró la argelina Hassiba Boulmerka en los 1.500. Tomado el país por los fundamentalistas tras una guerra civil que había estallado en diciembre de 1991, ella desafió a todos corriendo en pantalones cortos, con camiseta de tirantes y el pelo suelto.
Durante su preparación había recibido amenazas de muerte y pintadas de odio en su casa, lo que le había obligado a refugiarse en Italia. El iman de la mezquita había afirmado en uno de los sermones de los viernes que no era musulmana por practicar atletismo con ese ropaje. Su llegada a Barcelona fue un despliegue policial. «Me acompañaban hasta el baño», recordaba. Fue el primer oro femenino en la historia del deporte de su país. Tres años después recibiría el Premio Príncipe de Asturias.
4. LA MAGIA DE VITALY SCHERBO
Por volumen de éxitos, Vitaly Scherbo fue el indiscutible rey de los Juegos. El gimnasta del equipo unificado tras la disolución de la Unión Soviética logró seis de los ocho oros posibles en gimnasia. Se impuso en concurso general individual y por equipos, además del potro, caballo con arcos, anillas y paralelas. Apenas tenía 20 años y ya había vivido muchas, y a muchas, revoluciones. La más importante: superar al mito Andrianov y sus cuatro oros en Montreal 76.
Hijo de acróbatas, toda su vida fue acelerada. Antes de aquella especie de conquista del Grand Slam que nadie había realizado, Scherbo ya estaba casado con Irina, que luego sufriría años después un aparatoso accidente de coche que le tuvo meses enchufada a una máquina en un hospital de Estados Unidos, país al que se trasladaron. Sus ejercicios en Barcelona fueron fascinantes. La memoria lo recuerda con la hoz y el martillo al pecho realizando cada ejercicio con una perfección sublime. Luego se dio al alcohol, engordó e intentó un regreso ya sin éxito para Atlanta 96. Fundó un gimnasio en Las Vegas.
5. EL FINAL DEL VETO POR EL APARTHEID
Barcelona fue la puerta de entrada de nuevo a Sudáfrica, país que había sido expulsado del movimiento olímpico a causa de su política racista desde 1964. Es indiscutible que el símbolo del poder del deporte fue la Copa del Mundo de rugby en el país del Cono Sur en 1995, pero un prólogo se inició en la Ciudad Condal cuando Nelson Mandela fue invitado a la ceremonia de inauguración.
En esos días, además, Elana Meyer contribuyó a crear un ambiente en el que sembrar en su país tras conseguir la medalla de plata en los 10.000 metros tras la etiope Derarte Tulu.
La imagen de ambas agarradas de la mano en la vuelta olímpica tuvo una enorme carga simbólica. «Representamos a África», dijo Meyer, que había crecido sin la posibilidad de poder competir fuera de su país a causa de la política.
6. EL ORO DE FERMÍN CACHO
Fermín Cacho no es sólo la imagen del sorprendente éxito, aún techo, del deporte olímpico español en Barcelona con 22 medallas, 13 de oro. Lo es de la historia de este país en la competición de los cinco aros. Su recta final en el Estadio de Montjuic cambió para siempre la manera de mirar de los deportistas españoles a la competición.
Hasta la llegada del soriano, muchos de los intentos de los competidores de este país habían quedado atrapados en un saco de complejos. No ocurrió esta vez. En una prueba que parecía tener como ganador de antemano a Nourredine Morceli, que había sido el año anterior campeón olímpico indoor y al aire libre, en la que acabó sorprendemente séptimo, Cacho se agigantó para firmar la página más bella de la historia del atletismo español. Sucedió además en el marco de un sábado mágico, el último, donde España minutos después ganó el oro olímpico en fútbol, lo que eleva la euforia que ha llegado hasta nuestros días.
7. EL ALUMBRAMIENTO DEL DEPORTE FEMENINO ESPAÑOL
Con excepción de Blanca Fernández Ochoa y los éxitos tenísticos de Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez, el deporte femenino fue un erial durante décadas. Pero el dinero del Plan ADO impulsó el sector hasta demostrar que, con inversión, las españolas estaban tan capacitadas para grandes empresas.
El judo fue el deporte que abrió el medallero femenino a través de Miriam Blasco. La vallisoletana, en -57 kg, fue la primera medallista de verano española en unos Juegos. Fue una historia de superación sublime después de que año y medio antes, en un accidente de moto, su entrenador Sergio Cardell había perdido la vida. Miriam pensó en abandonar.
Con la ayuda de Josean Arruza, un psicólogo de San Sebastián, se preparó para el combate de su vida. Y lo ganó. Fue la llave que dio paso a otros éxitos como el de Almudena Muñoz o Theresa Zabell, la primera olimpica bicampeona de nuestro deporte. Hoy, el deporte femenino sostiene decisivamente a España en el medallero olímpico en el segundo vagón mundial.
8. LA SUBLIMACIÓN DEL ESPÍRITU OLÍMPICO
El deporte está trufado de gestos maravillosos. Uno de ellos fue el que aconteció en el Estadio Olímpico con el británico Dereck Redmond, atleta de 400 metros lisos. Las plataformas de reciente aparición en las redes sociales recurren a este momento con frecuencia.
Redmond fue uno de los contendientes en la primera semifinal de la vuelta a la pista. Había ganado la serie y los cuartos y se perfilaba como uno de los favoritos para acceder a la final. A lo sumo había cuatro atletas inalcanzables para él.
En el disparo, Redmond reaccionó bien, pero al cumplir la primera curva, una rotura en la corva de la pierna derecha impidió que siguiera avanzando. «Fue como si te clavasen un cuchillo con la hoja ardiendo», contó años después. Cuando el resto de competidores enfilaba la última recta, el se levantó y comenzó a andar cojeando hacia la marca de los 200 metros. Los médicos le aconsejaban que abandonara, pero el velocista queriá cumplir su sueño de acabar. En Seúl, cuatro años, por otra lesión, ni siquiera había podido salir. «No quería ver en mi participación junto a un DNS (did not start) un DNF (did not finish).
El resto lo contó en una pieza sublime en el Daily Mail. «Cuando faltaban unos 100 m, me di cuenta de que había alguien más en la pista [su padre se había tenido que pegar con la seguridad para que le dejaran entrar en pista]. Al principio no me di cuenta de que era mi padre, Jim.’Derek, soy yo, no necesitas hacer esto’. me dijo. Yo le contesté ‘Papá, quiero terminar, llévame de vuelta a la semifinal».
– «Está bien. Empezamos esto juntos y ahora lo terminaremos juntos».
Y no paró de decirle que era un campeón hasta que cruzaron la meta, con las 65.000 personas en Montjuic puestas en pie..
9. EL RÉCORD DE KEVIN YOUNG
El verano pasado Karsten Warholm liquidó un récord de esos que han frustrado a varias generaciones: el de los 400 vallas. Lo tenía Kevin Young desde el 6 de agosto de 1992, cuando por primera vez el ser humano rompió la barrera de los 47 segundos en una prueba de una exigencia suprema.
Aquella barrera de los 47.00 se había considerado un muro imposible. Edwin Moses, el mayor dominador de la distancia, no había sido capaz de quebrarla. En un esfuerzo supremo se había quedado en 47.02, aquello parecía un objetivo del siglo XXI.
10. EL AMIGOS PARA SIEMPRE COMO HIMNO DE UNIÓN
Fue el broche perfecto. Por el mensaje de la canción de ‘Los Manolos’, uno de los grupos de moda en aquella época, pero también por el simbolismo que supuso la fiesta en los Juegos de Barcelona. La edición española enseñó que los Juegos no se resumían a un número de competiciones en los estadios, sino que lo interesante para la ciudad que albergaba era toda esa amalgama de culturas y nacionalidades que se concentran en torno a los Juegos. Fue un espíritu que no se recuperó hasta los Juegos de Londres, 20 años después, y que luego no ha tenido otro ejemplo en el tiempo.