Los últimos años futbolísticos se han caracterizado por la llegada de grandes potentados que, a golpe de talonario, han pretendido convertir en campeones a conjuntos que no pasaban de la mediocridad. Esta misma semana, sin ir más lejos, hemos vivido la justa eliminación del PSG a manos del R. Madrid. El famoso jeque catarí ha invertido cientos de millones en un equipo que, temporada tras temporada, fracasa estrepitosamente. La chequera no garantiza títulos. Para subir a la gran noria del fútbol europeo hay que añadir y priorizar otras conceptos. Para ser grande hay que combinar experiencia, tablas, jerarquía, el peso del escudo y un laborioso trabajo desde la base, con la gente más joven. Particularmente, detesto que equipos como Chelsea o Manchester City jueguen, habitualmente, sin un solo jugador inglés en su bloque titular. El Olimpo europeo lo siguen dominando entidades de la categoría del R. Madrid, FC Barcelona, Juventus o Bayern. Instituciones que, sin renunciar a fichar lo mejor del mercado, añaden un poso de trabajo y recorrido del que adolecen PSG o City. Entidades con una estructura y un método de trabajo que no se improvisa de buenas a primeras y tampoco es sencillo adquirirlo a golpe de talonario. Todo ello explica el fiasco del PSG, ante FC Barcelona y R. Madrid, por poner un ejemplo. Todos estaremos de acuerdo que el dinero ayuda, no cabe ninguna duda. Pero tras la chequera, hay que ofrecer ese plus que, de momento, sólo está al alcance de los que llevan años trabajando para culminar éxitos y levantar títulos. En fútbol, ni hay milagros ni es cuestión de llegar y besar el santo de la gloria. Se requiere algo más, afortunadamente.