Enero 2013. Un equipo de la séptima categoría francesa – Avenir Foot Lozère de Mende – jugaba el partido más importante de su historia: la 10ª Ronda de la Coupe de France. Recibía en su estadio al Le Havre, equipo de la segunda división. Ambiente inigualable, día para el recuerdo y sensación de vivir un encuentro mágico. El resultado, lo de menos (0-3). Mende nos acogió con los brazos abiertos, con mucho frío y con el orgullo de poder competir una eliminatoria de Copa ante uno de los históricos del fútbol francés. Los locales, que estuvieron a punto de forzar un desempate, plantaron cara a un rival que se jugaba el prestigio de no caer derrotado ante un conjunto – en teoría – muy inferior. Y aunque el resultado final fue abultado, (0-3) quizá no reflejaba lo visto en el Jean-Jacques Delmas. Ese encuentro queda grabado para siempre en la memoria de los que tuvimos la suerte de estar presentes en el estadio. Quizá ese día, pocos nos hubiéramos imaginado que un futbolista del Le Havre (Riyad Mahrez) capitalizaría portadas tres años después por estar liderando la Premier League con un equipo modesto (Leicester City).
En Mende, Mahrez fue el mejor. Pero Mahrez no marcó. De hecho, Mahrez fue sustituido. Pero tras el choque ya se adivinaba que ese futbolista tenía una clase descomunal; fuera de la común. Con el paso de los meses, fuimos siguiéndole la pista a un jugador que, en 2014, disputó el Mundial de Brasil con su selección (Argelia). Esa temporada, la 13/14, el Leicester City se hizo con los servicios del africano. Mahrez, aunque no siendo titular indiscutible, ayudó a su equipo para el ascenso a Premier. La pasada campaña y tras unos últimos partidos agónicos, los foxes consiguieron la salvación. En el verano de Leicester pasaron cosas. Llegó Claudio Ranieri, fichó Shinji Okazaki y Mahrez, que junto a Jamie Vardy fue clave para seguir en la élite del fútbol inglés, se hizo mayor. A sus casi 25 años, Riyad Mahrez (14 goles y máximo asistente de la Premier League en 25 jornadas) es el gran referente del equipo líder. Gran zurda, mejor dribbling, visión privilegiada y una capacidad innata para jugar al fútbol. En apenas tres años, el africano ha pasado de jugar en un campo de séptima categoría a liderar la mejor Liga del mundo.