Nico y Lamine amargaron la noche a los laterales italianos.

El que avisa no es traidor. Y la portada de MARCA lo decía: dos ferraris contra Italia.

Nico y Lamine amargaron la noche a los laterales italianos.

Tras muchos años de juego interior donde los extremos puros parecían estar en peligro de extinción, la velocidad y el desequilibrio han vuelto a la selección española representados en la figura de Lamine Yamal y Nico Williams.

Jóvenes, descarados y sin complejos. Así son Lamine y Nico. El primero cumplirá 17 años la víspera de la final de esta Eurocopa; el segundo alcanzará 22 dos un día antes. Será que julio es mes de jugones. Y si no que le pregunten a Di Marco y Di Lorenzo. Vaya noche que les han hecho pasar…

La fiesta de Nico

De La Fuente volvió a apostar por ellos y no defraudaron. Di Lorenzo todavía está ideando una forma de parar a Nico Williams. El extremo del Athletic lo superó una y otra vez y el colegiado le perdonó la amarilla en cada una de las faltas que se vio obligado a hacer.

En tierra de radares, donde si te despistas medio segundo los alemanes te sacan una foto de recuerdo, Nico se quedó sin puntos en el carné. Estuvo imperial. De su velocidad y su desborde vino el 1-0. Un centro con mala leche que tropezó en Calafiori para colarse en la portería de Donnarumma. Pero no contento con eso insistió. Y pudo salir a hombros si un derechazo desde el vértice del área hubiese bajado dos centímetros más para no estrellarse en la cruceta. MVP.

Lamine ‘Brutal’

Si además de jugar así aprueba todas puede salir todos los días que pida en verano. Cada vez que toca el balón hace justo lo contrario de lo que pensamos cualquier humano. Una ruleta, un caño, una picadita… Parecía que le habían prohibido dar un pase normal. Y Dimarco fue testigo directo.

En 61 minutos intentó seis regates y completó 4, ganó cinco duelos y tuvo una efectividad del 85% en el pase. Números discretos que ganan peso si observamos cómo hizo cada cosa. Una hora antes del partido estaba bailando sobre el césped del Veltins-Arena con sus auriculares puestos y cuando el árbitro pitó el inicio seguía haciendo lo mismo, pero al ritmo de los «olés» de la grada. Pura fantasía para dos chavales que parecían estar en el patio del colegio.

Fuente Marca.com