La trayectoria del RCDE invita a la reflexión. Y la reflexión sólo puede llegar desde el terreno del pesimismo. Tras el deplorable partido en Vigo, la situación se agravó y hay que buscar responsables. En condiciones normales, un empate en Balaídos, firmado en el minuto 88, debería suponer un estallido de alegría del equipo. Pero ni por esas. El Espanyol es un equipo aburrido, apático y muy plano. No genera complicidad. Considero que, por calidad de plantilla, el equipo debería jugar mucho mejor y llevar la iniciativa en el campo, especialmente ante conjuntos que de un potencial similar o inferior al de los pericos. De poco sirve, dejarse el alma y la piel ante el FCB si luego juegas sin ritmo ni ambición ante rivales más asequibles.
Ante el Celta el empate fue un magnífico resultado, si tenemos en cuenta la nefasta imagen que demostró el bloque de QSF. Gracias a la magia de Gerard y al extraordinario rendimiento de Diego López, el RCDE arrancó un punto que jamás mereció.
Uno tiene la impresión que la temporada se hará larga y anodina. En terreno de nadie, a diez puntos de Europa y a ocho del descenso, el curso que resta tiene pinta de tedio y aburimiento. Si el juego del equipo no acompaña, la asistencia de aficionados seguirá mermando y la masa social difícilmente superará los discretísimos números actuales.