La relación entre el Barcelona y Neymar es el culebrón de nunca acabar. Cada día se escribe un nuevo episodio a la espera de si en un futuro puede volver al equipo azulgrana. El último capítulo tuvo lugar el pasado jueves en Punta del Este (Uruguay) en la renovación de votos entre Luis Suárez y su mujer, Sofía Balbi, que cumplían diez años de matrimonio. Entre los invitados había varios jugadores azulgranas, entre ellos Leo Messi, y también acudió el delantero brasileño.
Fue un nuevo encuentro entre la MSN, que periódicamente halla un motivo de reunión para demostrar al club su deseo de volver a coincidir en la cancha con la misma camiseta. Los jugadores han sido los grandes valedores para el regreso del brasileño al Barcelona. Su presión fue determinante para que la Directiva intentara su fichaje el pasado verano.
Si el traspaso no se llevó a cabo fue porque la operación era económicamente inviable. Lo sabían los directivos, pero no quisieron quedar mal ante una plantilla que deseaba su regreso. Bartomeu, una vez finalizado el mercado de verano, lo descartó para este invierno, pero dejó una puerta abierta para la próxima campaña.
La operación sigue siendo prácticamente inabordable para el Barcelona, pero la cuestión sigue en el aire. La dirección deportiva continúa su trabajo en busca de otras necesidades de la plantilla. Alguna de ellas empieza a ser urgente, como puede ser la llegada de un delantero para suplir a Luis Suárez o el fichaje de un defensa.
La opción Neymar, a pesar de todo, sigue abierta. Y lo hace cuando el jugador y el club siguen con sus litigios en los juzgados reavivados hace unos días cuando el brasileño reclamó más dinero al Barcelona. Claro que todo eso parece no importar mucho si finalmente recalase en el Camp Nou.
La pregunta es si el Barcelona necesita al futbolista viendo la incuestionable mejora de Griezmann en las últimas semanas y con Dembélé en la recámara. El rendimiento de Neymar en el PSG no está siendo espectacular, aunque la motivación del brasileño es mínima teniendo en cuenta su deseo de dejar el club. A pesar de todo, la partida de ajedrez sigue su curso y nadie puede predecir el desenlace final.