No me gusta, para nada, el derrotero que está tomando el derby de la Ciudad. Me asquean los insultos barriobajeros que brotan de las gargantas de auténticos seres deshumanizados. No me gustan los cánticos de los llamados grupos de animación que, amparados en la masa, generan odio y violencia. Cánticos que escuchamos en uno y otro estadio. No existe ni el respeto a los muertos. Y el problema aumenta derby tras derby. Aún así, me resisto a perder la esperanza en recuperar el camino hacia la normalidad, en forma de paz y de calma. Por eso confío plenamente en una porción muy importante de la gran familia futbolística con el anhelo de restañar y cerrar heridas. Esa familia la forman un tridente que debe ir de la mano. Se trata de directivos, futbolistas y el nexo con los medios de comunicación. Es una misión común.
Los directivos deben predicar con el ejemplo y ser tajantes e inflexibles con los seguidores que insultan y con los grupos de animación más radicales, en multitud de ocasiones, fomentados y criados desde las propias entidades. No deben pasarles ni una. Si hay que sancionar se sanciona y si hay que clausurar estadios, se clausuran.
Los futbolistas son la parte más importante y vital del espectáculo. Y deben enarbolar esa bandera, para bien y para mal. No podemos tolerar que arrojen leña, continuamente, a la hoguera del odio y el enfrentamiento. Ellos son un espejo para muchos niños y jóvenes que les adoran y desean seguir su estela. Deben proyectar una imagen ejemplarizante, de absoluta serenidad. Es necesario inyectar toneladas de sentido común y quitar hierro a situaciones que, en frío, deben afrontarse desde el sentido común y la rigurosidad, nunca desde el rencor y el resentimiento. Como suelen comentar los futbolistas, las acciones del campo, deben quedarse en el campo y no transcender más allá del terreno de juego.
Finalmente, la labor de la prensa debe colaborar en bajar el soufflé y no alimentar ni fomentar turbios debates que puedan perjudican o exasperar a las aficiones.
Para terminar, que todo el mundo tenga en cuenta que los derbys, por tradición e historia, siempre han sido calientes. Los de aquí y los de más allá. Y será imposible darle la vuelta en un tris trás. Pero la rivalidad entre los aficionados de FCB y RCDE no debe ir más lejos de la línea que marcan la educación, los buenos modales y el seny. Por el bien de todos. De lo contrario, el tema se nos escapará de las manos.