Algo serio no va bien con Dembélé. El mismo día en el que volvía a ser titular en la Supercopa de Cataluña, el francés era también protagonista en diferentes medios, entre ellos Radio Marca, por haber decidido prescindir del cocinero/nutricionista que le había dispuesto el club para que cambiara sus horribles hábitos alimenticios, según parece, llenos de hamburgesas y “fritanga”.
Golpe encima de la mesa que corrobora un hecho que se sospechaba en Can Barça desde hacía meses, Dembélé va camino de convertirse en un problema. No es ningún secreto, el jugador no se siente cómodo ni en la entidad, ni sobre el terreno de juego. Solo hace falta ver como se tocaba la zona de los isquios durante los 62 minutos que estuvo sobre el terreno de juego en Lleida, para darse cuenta que es un mar de dudas sobre su estado físico/confianza personal.
El precio que el Barça pagó por él es una losa que pesa en su día a día para un jugador tan joven como él, pero el hecho de que el jugador tampoco tenga un especial interés por habituarse a una entidad tan singular, en lo futbolístico y en lo extrafutbolístico, convierte al segundo fichaje más caro del club en un marrón importante para la directiva.
Dembélé necesita mucho cariño, de la afición, de los técnicos, de los compañeros y incluso de los directivos, es verdad. De calidad y talento va sobrado, también es verdad. Pero si él no pone de su parte, trabaja con humildad y escucha a los que llevan años en el club y saben de que va esto, su fichaje puede acabar en fracaso estrepitoso.
Ahora mismo, parece más lo segundo….