La 25ª Liga azulgrana llegó en Riazor. Como hace veinticuatro años. Djukic fallaba ese penalti ante González qué permitió cantar un alirón increïble en el Camp Nou en la última jornada. En esta ocasión, 35 fechas bastaron para celebrar un título muy merecido y trabajado. Un Campeonato (casi) perfecto qué arrancó con siete victorias consecutivas. Era una época un tanto convulsa en el club tras la marcha de Neymar Jr a París y la dura derrota en la Supercopa de España contra el Real Madrid. Ese primer bajonazo anímico de la masa social, lo aprovechó Ernesto Valverde para reconstruir poco a poco al equipo. Leo Messi, ya sin su amigo brasileño y con la poca punteria inicial de Luis Suárez, lideró el primer sprint hacia el título. Sin brillar pero siendo muy sólidos. Los goles del argentino y las paradas de ter Stegen permitieron al Barça llegar a la previa de Nochebuena con mucha confianza al Santiago Bernabéu. Un 0-3 para empezar a vislumbrar la Liga en pleno mes de Diciembre aunque sin exteriorizar demasiadas alegrías.
La festividad de reyes “regaló” a un Coutinho qué, sin perder la timidez en el terreno de juego, fue creciendo con el paso de los partidos. Las asistencias del brasileño, la garra de Luis Suárez, la polivalencia de Sergi Roberto, la magia de Iniesta o el liderazgo de Piqué, hicieron que nadie se relajara en el tramo decisivo. Messi – no hay otro como él – le pusó el lazo al título de libre directo ante la mirada de Jan Oblak en el Camp Nou. El rosarino sigue siendo el gran protagonista de un conjunto que suma siete títulos ligueros en los últimos diez años. Casi nada. ¡Felicidades!